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Cerrando brechas: la educación social como espacio para la alfabetización digital

Artículo publicado originalmente en el Número 118 (octubre de 2022) de COMeIN, la revista de los Estudios de Ciencias de la Información y la Comuninación de la Universitat Oberta de Catalunya con Segundo Moyano y Daniel Aranda.


En los últimos años, desde instituciones como la Unión Europea (2018), se viene desarrollando la noción de digital youth work como el ámbito de trabajo socioeducativo con la población joven orientado a promover su inclusión social mediante las tecnologías digitales. Para su adaptación y aplicación al contexto español, se propone que la educación social es el campo más propicio. Sin embargo, para desarrollar una «educación social digital» es necesario previamente entender cuál es el nivel actual de competencias digitales de las educadoras sociales.

Si hablamos de inclusión social a través de los medios y tecnologías digitales, en este caso de la juventud, inmediatamente se plantea la cuestión frecuentemente denominada brecha digital. Este concepto ha ido evolucionando desde una cuestión meramente de acceso a las tecnologías digitales, es decir, entre quienes las tienen a su disposición y quienes no. Este primer nivel adopta una perspectiva técnica muy limitada, obviando el peso de factores socioeconómicos y socioculturales en la distribución de este acceso a las tecnologías digitales. Ya a comienzos de este siglo, empezó a desarrollarse un segundo nivel de estudios en este ámbito que pasaron a considerar también los tipos de usos y las habilidades en relación con estas tecnologías. Así, la brecha digital, mejor entendida como las «desigualdades digitales» (Hargittai, 2001), se convierte en una noción multidimensional.

El siguiente paso, por tanto, y a tenor de la inexorable interrelación del entorno digital con el resto de los ámbitos vitales, consiste en entender cómo el acceso, los usos y las habilidades digitales se vinculan a otras desigualdades de carácter social, económico, político y cultural. Este tercer nivel de la brecha digital, por tanto, tiene que ver con el «capital digital», entendido como la acumulación de recursos y capacidades en términos de competencias y tecnologías digitales susceptibles de ser convertidos en otros tipos de capital (social, cultural, político, económico, etc.) con la intención de aprovechar sus beneficios en el ámbito de lo social (Ragnedda, 2018).

Dado que la brecha digital se refiere en esencia al problema de la desigualdad y la exclusión social, podemos hablar de la inclusión sociodigital como el conjunto de reflexiones y acciones orientadas a cerrar la brecha (socio)digital mediante iniciativas y proyectos que promuevan el acceso a las tecnologías (primer nivel), y la alfabetización digital para el fomento de habilidades y conocimientos técnicos, informacionales y críticos (segundo y tercer nivel) o, dicho de manera resumida, para aumentar el capital digital de sectores excluidos de las lógicas sociales actuales.

 

La educación social digital

Desde esta perspectiva, cuando hablamos de educación social digital nos referimos a prácticas sociales y educativas orientadas a la promoción de una ciudadanía democrática, activa y crítica en sociedades digitalizadas, para la cual las competencias digitales, tanto de las educadoras como de los sujetos atendidos, se sitúan como un factor fundamental.

En este sentido, la noción de competencia digital alude al conjunto de conocimientos, procedimientos, habilidades, valores y actitudes en relación con los medios y tecnologías digitales que deben poseer las educadoras sociales para alfabetizar digitalmente, contribuyendo así a cerrar la brecha digital y fomentar la inclusión social con el objetivo último de que el entorno digital contribuya a su empoderamiento y participación como ciudadanía de pleno derecho (Cabezas y Casillas, 2017).

Las competencias digitales técnicas se asumen como un prerrequisito para competencias digitales más avanzadas, ya sean de carácter informacional (uso de la información en medios digitales) o críticos (conocimientos sobre el funcionamiento del entorno digital). De esta forma, es posible que la educación social digital avance en su propósito de inclusión social y empoderamiento ciudadano de la juventud, más allá de enfoques instrumentalistas y acríticos con el rol e impacto de las tecnologías digitales en la sociedad.

El desafío al que se enfrenta la educación social como espacio propicio para elaborar iniciativas de alfabetización digital no reside en una capacitación instrumental de la juventud, ámbito en el que es necesario evaluar hasta qué punto los propios jóvenes no tienen ya más competencias digitales, sino en adquirir una conciencia crítica sobre el entorno digital de manera que puedan transmitir estos conocimientos. En este sentido, sería deseable recuperar el enfoque alfabetizador de Paulo Freire, para el que la alfabetización (mediática y digital en este caso) es un proceso de organización colectiva para la toma de conciencia y la movilización social (Teresa García, 2022). Desde este enfoque, una iniciativa con impacto social sería aquella que fomentase el empoderamiento juvenil, no solo a través de los medios digitales, sino también sobre los medios digitales, reclamando su participación en el diseño y desarrollo de las redes y plataformas de las que hacen uso y en las que socializan, y, en última instancia, reclamando y ejerciendo sus derechos digitales como ciudadanía.

NOTA: Este artículo es resultado del Proyecto EsDigital: Educación social digital del Programa Estatal de Generación de Conocimiento y Fortalecimiento Científico y Tecnológico del Sistema de I+D+i. Referencia: PGC2018-095123-B-I00.

Para saber más:

CABEZAS, Marcos; CASILLAS, Sonia (2017). «¿Son los futuros educadores sociales residentes digitales?» En: Revista Electrónica de Investigación Educativa, vol. 19, no. 4, p. 61-72. DOI: http://dx.doi.org/10.24320/redie.2017.19.4.1369.

FERNÁNDEZ-DE-CASTRO, Pedro; BRETONES, Eva; SOLÉ, Jordi; SAMPEDRO, Víctor (2022). «Educación social digital: Una exploración de la formación y las competencias digitales de los profesionales de la educación social». En: TECHNO REVIEW, vol. 11, no. 1. DOI: https://doi.org/10.37467/gkarevtechno.v11.3113.

GARCIA GÓMEZ, Teresa (ed.) (2022). Palabras y pedagogía desde Paulo Freire. La Muralla.

GUTIÉRREZ, Alfonso; TYNER, Kathleen (2012). «Educación para los medios, alfabetización mediática y competencia digital». En: Comunicar, vol. 19, no. 38. DOI: https://doi.org/10.3916/c38-2012-02-03.

HARGITTAI, Eszter (2001). «Second-level digital divide: Mapping differences in people’s online skills». En: arXiv, vol. 7, no. 4. DOI: https://doi.org/10.5210/fm.v7i4.942.

RAGNEDDA, Massimo (2018). «Conceptualizing digital capital». En: Telematics and Informatics, vol. 35, no. 8, p. 2.366-2.375. DOI: https://doi.org/10.1016/j.tele.2018.10.

 

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Alfabetización digital para la juventud: una mirada hacia el futuro

Artículo publicado originalmente en el Número 103 (octubre de 2020) de COMeIN, la revista de los Estudios de Ciencias de la Información y la Comuninación de la Universitat Oberta de Catalunya.


A medida que las tecnologías digitales median cada vez más aspectos de nuestra vida, crece la urgencia de preguntarnos cómo las sociedades actuales se relacionarán con ellas en el futuro. Más aún teniendo en cuenta que la pandemia de la COVID-19 ha forzado y acelerado una digitalización de nuestros hábitos y actividades, así como que la crisis sociosanitaria obliga a resolver los múltiples problemas asociados, mientras que nuestra capacidad de planificar mirando al futuro se vuelve prácticamente nula.

Quien dentro de cinco, diez, veinte años tendrá que lidiar con las transformaciones estructurales que estamos experimentando será, claro está, la juventud presente. Hay quien habla ya de la generación pandemial, aunque no está muy claro si se trata de los millennials o los centennials, o ambos. La mayoría de las personas de estas generaciones tienen entre 15 y 29 años, aproximadamente, y han crecido con y en internet.

Entonces, ¿cómo será la ciudadanía digital del futuro? Algunos escenarios: (1) puede que sea competente (técnicamente) para insertarse en el mercado laboral digitalizado, pero acrítica con la degradación social y política; (2) o es posible que prime el individualismo y busque aprovechar las regulaciones legales y algorítmicas para emprender por cuenta propia; (3) o, quizás, se enfoque en la organización y la acción colectivas para buscar formas de vida más sostenibles y democráticas (Macgilchrist, Allert y Bruch, 2019). Estas visiones del futuro, o cualquier otra, dependerán de las decisiones que ahora tomemos como sociedad. Especialmente, del tipo de alfabetización digital que desarrollemos: los valores, las habilidades, las perspectivas y las prioridades que adquieran la juventud sobre las tecnologías digitales.

El Barómetro Jóvenes y Expectativa Tecnológica 2020 ofrece algunas pistas. Una de las conclusiones del informe es que la brecha digital no es una cuestión técnica, sino social y económica. No se trata de tener acceso o no, sino cómo y en qué condiciones (una de las consecuencias de la crisis de la COVID-19 es la profundización de esta brecha). La cuestión de clase también se hace patente en los usos y las prácticas, siendo más diversas entre los jóvenes de clase media-alta. Por lo general, los jóvenes españoles encuestados afirman tener un nivel alto de competencias digitales. Aun así, más de un tercio acusa «desconocimiento sobre destrezas que debería mejorar». Las principales fuentes de alfabetización digital son autodidactas y entre pares, al tiempo que un tercio de los encuestados echa en falta «oportunidades formativas». Cuanto más formales son las vías de alfabetización (cursos, consultas a profesores, formación en el centro educativo), menos acogida tienen entre los jóvenes.

Estas impresiones indican que es necesario expandir los horizontes formativos de la alfabetización digital. La educación social, como pedagogía amplia que se ocupa de la inclusión de las personas en la sociedad, es un ámbito de intervención idóneo para desarrollar iniciativas de alfabetización digital. Podemos optar por continuar la vía predominante en la educación formal, con los enfoques «pragmáticos» centrados en la adquisición de competencias técnicas e instrumentales para la inserción en el mercado laboral. Otra opción es explorar una educación social digital (ESDigital), que desarrolle iniciativas de alfabetización basada en valores como la conciencia crítica, la ética y la emancipación. Así, la juventud podría utilizar las tecnologías digitales para participar en la deliberación y toma de decisiones que determinarán el futuro de la sociedad.

 

Para saber más:

Macgilchrist, F.; Allert, H.; Bruch, A. (2019). «Students and society in the 2020s. Three future ‘histories’ of education and technology». Learning, Media and Technology, vol. 45 (1), p. 76-89. DOI: https://doi.org/10.1080/17439884.2019.1656235

«Educación Social Digital: juventud, ciudadanía activa e inclusión» (ESDigital). Proyecto I+D de Generación de Conocimiento de la Agencia Estatal de Investigación. Referencia: PGC2018- 095123-B-I00.

 

Cita recomendada

FERNÁNDEZ DE CASTRO, Pedro. Alfabetización digital para la juventud: una mirada hacia el futuro. COMeIN [en línea], octubre 2020, no. 102. ISSN: 1696-3296. DOI: https://doi.org/10.7238/c.n103.2073